Hay días en que me hago muchas preguntas. La verdad es que me las hago con trampa pues como me tengo consideración siempre me pregunto cosas de las que ya sé la respuesta y así después poder felicitarme a mí mismo por lo inteligente. Nunca falla. Ahora que si viene alguien de afuera con esas preguntas en donde uno realmente tiene que saber para poder contestarlas, me hago el sordo y ni lo miro, no sea que quede en evidencia lo zapallo que soy.
La cuestión es que traté de imaginarme a nuestros fundadores, aventureros de profesión, allá por el 1500 y algo, intentando continuar con sus tradiciones europeas en estos lugares abandonados de la mano de dios (hasta que llegaron ellos, claro)
¿Cómo sería pasar la Navidad en medio de la Nada para esos señores de peinados raros y calzas negras?
Por lo pronto sabemos que eran bastante mal educados en la mesa, pues comían con las manos, (que por supuesto nunca se lavaban) tomaban la sopa del plato y chorreaban grasa por todos lados. Bueno no hay que ser tan lapidario, que yo tampoco me comporto en casa mucho mejor, eran las costumbres normales para la época ya que los cubiertos comenzarían a usarse recién a fines del siglo XVIII, junto con los platos de loza.  Incluso, según las costumbres, no se debía beber nada durante las comidas. Garguero seco hasta el final. Había que esperar a haber ingerido el último bocado para bajar todo con lo que hubiera en estado líquido.
Pero ¿qué comían, si según las crónicas a nadie se le dio por cultivar y vivían gracias a lo que les suministraban los aborígenes? Si, ya sé que una de las fundaciones de Buenos Aires terminó muerta de hambre por que los indios se calentaron y les dijeron "déjense de joder !coño¡" y les cerraron la canilla de los suministros locales. 
Hasta se comían españoles con españoles, pero no es de ese tipo de comidas de las que le hablo. Charqui de humano, no. De Ñandú puede ser. Pero le cuento que ya cansados de no contar con aquellas cosas que tanto ansiaban comer en su pequeño y sudamericano Museo del Jamón aún sin fundar, tomaron el toro por las astas y armaron una inmigración fáunica completa
Recién arribados se aseguraron de tener locomoción y una provisión suficiente de mortadela, así que trajeron  consigo una buena cantidad de caballos. (Ojalá ahora pudiéramos hacer lo mismo con nuestros autos) Eso fue  allá por el 1536 y cuando esos españoles tuvieron que fugar hacia la madre patria dejaron libres a sus corceles que ni cortos ni perezosos armaron unas orgías irrefrenables en medio de la pampa y al son de Bob Marley y el símbolo de la paz nos la poblaron de caballitos. Dicen que todo comenzó con cinco yeguas y siete caballos que no paraban de montarse los unos a las otras.
Con los chanchos, o para ser mas delicado, los cerdos, pasó otra cosa. Ese mismo año Don Pedro de Mendoza, mandó un galeón a las costas brasileras en búsqueda de víveres. Por suerte a bordo había un señor llamado Gonzalo de Acosta que adoraba el jamón y se trajo una muy buena cantidad de los bichos, portadores de los mismos, que curiosamente se pudieron criar muy bien por aquí. Digamos que se sentían como en casa.
Puede que a usted no le guste, pero en ese mismo año también llegaron los primeros perros. Eran de raza Alana y se los suele representar como la primer fuerza de ataque cuando había enfrentamientos con los aborígenes. De allí no viene la expresión "le tiraron los galgos", pues no eran de esa raza y no estaban tratando de conquistar a ninguna señorita. Después, bueno, usted conoce a los perros, ellos no hacen distingo de raza ni color y se fueron mezclando con los que llegaron luego. Con el tiempo fueron tantos que se hicieron cimarrones, hasta que en 1621 se ordenó cazarlos y matarlos. ¿Nunca comió chivito patagónico de Husky? Ahí fue cuando empezaron a circular las recetas. Lo más sabroso son las costillitas al cocinarlos a la cruz..
Con el tiempo (cien años más) llegaron las vacas y con ellas los toros. Todos juntos y agarrados de las patas con los caballos fueron siendo llevados periódicamente a los mataderos y saladeros, donde se haría el charqui. Claro que no eran la única fauna que habitaba la zona. Grandes manchones de sangre y vísceras eran el plato cotidiano de caranchos, gaviotas, ratones y cerdos. Cuando estos últimos, es decir los chanchitos, llegaban a cierto grado de cebadura, pasaban de ser convidados, a parte del banquete y así el ciclo de sus vidas parecía no tener fin.  De comedores a comidos.
Las ratas tenían como enemigo natural a los perros, pero como éstos fueron exterminados por los humanos como les dijera antes, se esparcieron las enfermedades por contagio al ganado.
Ya para 1800 las cosas habían mejorado un poquitín y el habitante de la colonia poseía un mayor espectro culinario al que recurrir. Las comidas que más gustaban eran la sopa de arroz y la de fideos, el asado, el matambre, el puchero, varios tipos de guiso, las albóndigas, el estofado y los zapallitos rellenos.
También sabían degustar locro y empanadas al igual que un picadillo perdido en la brumas del tiempo, realizado en base a pasas de uva.
La paella se la dejaron olvidada por allá hasta que poblaron Mar del Plata.
La carbonada, otra comida europea, era una delicia colonial y ha quedado unida a nuestro país hasta nuestros días, aunque su origen sea belga.
Para el momento del postre se castigaban con cosas dulces del estilo de los bocadillos de papa o batata, la cuajada, las frutas, la natilla, el arroz con leche, los alfajores, las masitas y la famosa masamorra.

Claro ahora a nosotros se nos viene encima otra vez ese día culinariamente crucial que es la Navidad y nos encontramos nuevamente en la misma encrucijada de cada año viendo a papá Noel en medio de la nieve y abrigado mientras se nos cuecen las partes íntimas en temperaturas estivales. Dele, pruebe comer las comidas europeas típicas de Navidad en el verano porteño a más de 36 grados todo el día. Primero haga una picada con salame Tandilero o de la Colonia, Quesitos varios, aceitunas de las rellenas, maní salado, papas fritas, pepinos en vinagre y ajies en lo mismo, con pan recién horneado y empanadas, todo regado con un buen aperitivo de 40º de alcohol , vino o cerveza. Luego de este tentempié ataque la comida, es decir de entrada, Pio Nono o matambre con ensalada rusa o lengua a la vinagreta. Siga con el plato principal con cerdo al horno o pavo o pollo y asado. De postre helado Don Pedro (Helado con whisky) , ensalada de fruta o flan con dulce de leche y termine con un menú para el brindis con pan dulce, castañas asadas, turrón de cualquier tipo y dureza, maní con chocolate, maní azucarado o garrapiñada.
Si sobrevive a esto es Superman reencarnado y encima con una tarjeta de crédito a prueba de Kriptonita.
Si quiere hacerlo mejor , imite lo que comían nuestros ancestros y muera feliz haciendo honor a sus raíces.  Aquí le dejo la receta de la Carbonada argentina para que se suicide en Navidad o Año Nuevo con una comilona de invierno mucho más barata y rendidora.

Carbonada
Ingredientes: aceite(media taza) póngalo a ojo, mire si va a ensuciar una taza para esta pavada, cebolla picada , no la pase por la picadora ni le pida a su carnicero. que lo haga por usted. Córtela chiquita (1 grande), tomates al natural, si es de lata no es natural. Junte un kilo y piselo con las ruedas del auto (1 lata y media envasado en 1810), hojas de laurel , tómese las hojas a las que le da el sol de la mañana (3), orégano de maceta colonial (1 cucharada), manteca  hecha a mano (150 grs), carnaza o charqui hidratado (1, 1/4 kg), zapallo cortado en dados  o cubos según si es jugador o no (250 grs), papas cortadas en dados, idem anterior (250 grs), arvejas varias , o sea muchas , no de diferentes colores (1 lata del año 1810), choclo desgranado no cremoso, o sea granos enteros (1 lata del mismo año), caldo de verdura por favor (medio litro) arroz del que no se pasa (400 grs), duraznos al natural , que pueden reemplazarse por orejones, o por duraznos, como su nombre lo indica. Olvídese de la lata.(1 lata de 1810) sal y pimienta a gusto, a buen gusto, no se pase.

Preparación: Dorar la cebolla en el aceite, es decir cocínela hasta que se ponga transparente, ponerle la carnaza o el charqui cortada en dados o cubos, saltearla a fuego fuerte y agregarle laurel, (espere a que la carne suelte todos sus jugos. Si usa charqui no pierda el tiempo. No tiene jugos) métale los tomates picados con todo el juguito y las semillas, condimentar con sal y pimienta y dejar hervir durante 15 minutos. Añadir la manteca, el caldo, zapallo, papas y batatas cortadas en cubitos, orégano, el agua de las arvejas, del choclo y de los duraznos, tapar y dejar hervir hasta que esté todo cocido. Ponerle entonces el arroz lavado, sobre este las arvejas, choclo y tapar y hacer hervir despacio durante 10 minutos. Desde acá no se le ocurra revolver nada. Incorporarle entonces los duraznos cortados por la mitad, tapar y hacer hervir 10 minutos más. Siga evitando revolver. Llevar a la mesa en la misma cazuela. Ah! Cierto. Me olvidé de decirle que lo haga en una cazuela de barro, pero si no tiene no importa, use una olla y sírvalo en la cocina que nadie se va a dar cuenta, a menos que haya vivido en la época de la colonia.
Si lo come en verano no olvide de poner bajo cada plato, no un billete como hace los días 29 con los ñoquis,  ponga el numero de teléfono del servicio de ambulancias. O mejor espere y por ahora cene algo livianito.
Taluego
Consultamos un poquito, no mucho, a Diego M. Zigiotto

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